PERSECUCIÓN AUTOMOVILÍSTICA
Ronda de Dalt; 18:05 de la tarde de domingo, circulando en dirección
Esplugues, entre la salida 2 y la 3…
Os habrá pasado muchas veces: por el rabillo del ojo ves que el vehículo
del carril de tu izquierda se acerca peligrosamente a tu costado… crees que se
está despistando y con el claxon le avisas, para que espabile y enderece el
rumbo. Normalmente así ocurre.
Pero hoy no. Hoy, en el interior de uno de los túneles de la Ronda de Dalt,
ese vehículo no solo no ha enderezado el rumbo, a pesar del insistente
bocinazo, sino que cada vez más, se adentraba en mi carril, a mi costado. Hemos
estado unos interminables segundos circulando en paralelo yo, por el carril central,
una furgoneta a mi derecha y el -no sé como denominarle- con su furgoneta
pegada cada vez más a mi costado izquierdo, a pesar de no dejar de tocar el
claxon.
Y ha ocurrido lo inevitable: me ha embestido lateralmente, costado contra
costado, porque yo ya no podía moverme más hacia mi derecha porque llevaba ya
pegado a mi otro costado a la otra pobre furgoneta, que no tenía arte ni parte
en todo esto.
No sé si habéis tenido algún accidente-colisión, pero el ruido al chocar ha
sido espeluznante.
Por unos segundos, después del choque, y como ocurre siempre tras el estruendo del impacto, los vehículos
de delante y los de atrás han aminorado la marcha; yo me he ido situando en el
carril derecho, viendo como “el innombrable” iba haciendo lo propio… y a marcha
lenta nos hemos ido acercando, pero él sin detener el vehículo, aunque con los warning puestos. Creía que no se detenía del todo porque esperaba a salir del interior del túnel. Estábamos casi detenidos cuando
un sexto sentido me ha dicho: “este tío no va a parar…”. Y dicho y hecho. Cuando yo casi estaba ya parado, ha
pegado un acelerón y ha empezado a adelantar vehículos, a toda leche, cambiando constantemente de carriles en
diagonal… Sí, pero yo, detrás suyo.
Habíamos dejado la salida 3 atrás, y yo solo estaba pendiente de que no
cogiera una de las siguientes salidas y a mi no me diera tiempo de hacer lo mismos porque -en
los continuos y rápidos zig-zag que íbamos haciendo a toda leche- me pillara en
el carril central o en el izquierdo. Pero yo sabía que quería salir de la Ronda.
Y lo ha hecho, peligrosamente, en la salida de Hogares Mundet-Túnel de
la Rovira. Se me ha ido unos metros, lo he perdido de vista. Pero mi sexto
sentido me he vuelto a decir: “éste tío ha virado hacia el Tanatorio de Collserola”.
Así que, peligrosamente, giro a la derecha y enfilo hacia el tanatorio y nada más girar, oh
horror, veo puedes coger la calzada central subterránea o la lateral. No le
veía ni en la una ni en la otra. En micromilésimas he pensado, y a la vez le he
dicho a Marta: “este tío ha subido hasta la rotonda y volverá hacia abajo, para
volver a coger la Ronda”. Y he optado por el lateral, hacia arriba, mientras
seguía sin verle. Pero al girar yo en la rotonda y enfilar hacia abajo, lo he
visto al final y con el semáforo en rojo mucho antes de que él llegara al cruce
(que es el lateral de la Ronda). “Te tengo”, me he dicho. Pero, sin aflojar la
marcha, se lo ha saltado por el morro; aunque peor ha sido lo mío que, con el
claxon a todo trapo, y a gran velocidad, me he saltado también el semáforo,
gracias a que los que venían se han olido que algo pasaba.
El tío ha ido por el lateral, ziz-zagueando, amagando con incorporarse al
carril central, cosa que finalmente ha hecho en el último segundo. Pero yo estaba alerta…
y así, por el carril central, le he ido persiguiendo, zig-zagueando sin parar ysin dejar de tocar el
claxon, desde Valle Hebrón. En un momento dado, ha parecido que quería al fin parar,
disminuyendo algo la velocidad, porque ambos pasajeros sacaban las manos por
las ventanillas como diciendo “vale, vale, afloja, ya paramos…”, pero ha vuelto
a pegar otro acelerón. Y ha vuelto a amagar que volvía a salir de la Ronda en
un par de ocasiones.
Después de casi 7/8 muy tensos e interminables minutos de fast and furious en la vida real, Marta estaba al borde del ataque
de nervios… así que al llegar al túnel previo a la salida de Can Caralleu, he
visto que tomaba la entrada a los Túneles de Vallvidrera y he dejado de
seguirle.
Pero teníamos vídeos, teníamos la matrícula, así que al llegar a Esplugues hemos
parado para ver los daños. Al ser colisión en paralelo lateral, ha sido más el
ruido producido que los daños reales, aunque las dos puertas han resultado
dañadas y va a salir por una pasta.
Directo a los Mossos dEsquadra a poner la denuncia. Pero, oh sorpresa, al
contarles de qué había ido la cosa, nos dicen que -penalmente- no hay nada: es
un accidente de tráfico y punto, cosa a resolver entre compañías.
La cosa ha cambiado, algo, cuando -al poner la matrícula de la furgoneta en
su base de datos- ¡tachán!: resulta que era una placa falsa (esa matrícula pertenece
a un turismo de Valencia).
Así que, si ya no teníamos nada que hacer con la denuncia, ahora con el seguro
todavía menos: no hay contrario.
No le deseo a nadie vivir los minutos de una persecución automovilística como
la que yo, inconscientemente encabronado, he vivido hoy. Es más: por mucho que
os encabrone el tema, si algún día os pasa algo remotamente parecido, no lo hagáis, os digo
que no vale la pena.
Pasadas unas horas, y viendo una y otra vez los vídeos, me
doy cuenta de lo muy inconsciente y suicida que he sido y la de veces que he
puesto en peligro a los que circulaban a nuestro lado.
No lo hagáis nunca. No vale la pena...