02 enero 2000

SEXTA ETAPA, LUNES 18 DE ABRIL

 
 

Cruzando el río Miño, camino ya de EspaÑa

Amanece el día con la agradable sorpresa de un muy buen y abundante (sin limitación de repetición) desayuno en el B&B, lo que -con el devenir del día- sería fundamental para aguantar la tirada;

y como estaba previsto, a las nueve una taxista nos ha llevado hasta el margen portugués del Miño. Y no solo era la taxista, era la propietaria del pequeño embarcadero y la embarcación con la que cruzamos al otro lado del Miño. Del Camino de Santiago francés saqué, entre otras muchas conclusiones, la de que no volvería a cargar con bastones ya que no los utilizaba. De que no los llevaba se ha percatado la portuguesa que, enseñándome un montón de bastones. (“… se los olvida la gente en la barca”), me ha dicho: “Coge el que quieras”. Y me he agenciado unos súper técnicos.

La primera constatación del día es la de que aquella cancioncilla infantil en clase de geografía de “… el Miño desemboca en La Guardia, entre EspaÑa y Portugal” es relativamente errónea, porque La Guardia está algo alejada de la desembocadura.

La etapa ha quedado fragmentada en tres tramos, y no por propia voluntad. Porque le segunda constatación del día ha sido la de que, con lo detallista y completas que son las guías GROHE, se les ha olvidado el pequeño detalle de indicar que entre la desembocadura del Miño y Oya ( 17,11 k, cuatro horas de camina bajo un sol abrasador) no había ni un puñetero lugar para comer.

Bueno, no es así del todo. La primera tirada del día ha sido hasta Portecelo (10,78k en 2:30 y eran poco más de las dos) en una cafetería “mú moderna”, sobre el acantilado que Fernando ha desestimado porque, “…ya encontraremos algo más adelante…”,

Pues ese más adelante no ha sido sino después de caminar en 1:30 unos desesperantes 6 k; porque, además, observad el perfil de la etapa: un tobogán continuo y la sensación -real- de que nos desviaban del camino recto a propósito, en un sube y baja del todo innecesario. Particularmente a mí se me ha hecho eterno y muy duro este tercer tramo (empezado a caminar a las cinco de la tarde): 6,4 k en poco más de hora treinta. Tanto es así que, hecho una piltrafa como he llegado, le he dicho a Carlos que mañana me tomaba día de descanso para recuperarme, que él hiciera la suya.



23,5k - acumulad