02 enero 2000

TERCERA ETAPA, 15 DE ABRIL


 
AGUÇADOURA - MARINHAS
 
Arranco la etapa en solitario; hace un día radiante, soleado y sin brisa… pero con muuuuchas pasarelas. En el km 1,7 me he topado con la pasarela ideada entre Salvador Dalí y Frank Kafka: he encontrado una gran rotonda y, pudiendo seguir por ella tanto a derecha e izquierda, la pasarela lo que ha hecho ha sido meterse en el interior de la rotonda y empezar a serpentear por ella, en un trazado realmente inútil e innecesario.
Otra nueva constatación: los portugueses, en lugar de marcar con las conchas y flechas amarillas el Caminho, lo que han hecho ha sido montarnos un “a ver si eres capaz de encontrar las señales”. Y es que realmente, muchas de ellas es un milagro el que llegues a verlas. Y no abundan demasiado. En muchas ocasiones sigues el trazado más por intuición que por las ayudas que recibes.
Y otra constatación: si vas caminando por el arcén y te viene un coche de cara, NO MODIFICAN SU TRAZADA NI UN MILÍMETRO, con lo que normalmente eres tu el que tienes que arrimarte todavía más a la cuneta para no ser arrollado.
 Hasta el kilómetro 7 ha sido un caminar por pasarelas y un laaaaargo trecho entre viveros. En Apúlia, a eso de las 9 (hora y tres cuartos después de empezar a caminar) he logrado encontrar un lugar donde desayunar. Y estando ahí ha llegado Carlos, con quien había coincidido en los dos albergues, pero que no habíamos llegado a cruzar palabra. Hemos desayunado juntos, y juntos hemos comido y acabado la etapa en Marinhas. Pero él se ha visto con ganas de más y ha alargado la etapa -en una ventosa tarde- hasta Castelo do Neiva; yo he aprovechado para hacer la colada. Los albergues de ayer y de hoy tienen menos de un año de antigüedad, un trato exquisito… y 15€ por noche.
  
17,4 k -   59,8 k acumulados