Tres días moviditos.
El miércoles salí a trotar “por mi pueblo”. Es una sensación extraña, pero agradable, estar a menos de un minuto de Barcelona y sentirse en un pueblo. En mi pueblo, en Esplugues. Y pude por fin saludar a Pilar, runner propietaria del bar La Campaña, aprovechando para “repostar” con uno de sus “esmorzars de forquilla”.
Y, de regreso a casa... ¡sorpresa! Habían llegado mis FBR.(raritas de cojones, a que sí?); y por la tarde me fui al gym a probarlas. Buenas, muy buenas sensaciones... aunque requieren de un tiempo de adaptación (vienen con manual de instrucciones, consejos, vídeos, ejercicios de adaptación, refuerzos... creo que nos haremos buenos amigos).
Por la noche, reencuentro con “los de toda la vida”, mis compañeros de escuela (con Jordi y Xavi coincidí en los pupitres con 8 años -1965- y nos separamos -escolarmente- en 1974). Pero hemos seguido manteniendo vivo el contacto durante estos 55 años...
El jueves “tocaba fisio”. Y el bueno de Vicenç optó esta vez por una descarga de piernas, al decirle que el día anterior había probado, sin dolor, las FBR. El láser que me aplica parece que funciona.
Y tocaba también “Beer&Runners”... ¿qué deciros de los “post” de los entrenos cervecero con toda esta increíble y dicharachera tropa? Entraba en casa y en el reloj de la plaza sonó una sola campada (y eso que arrancamos a correr a las 20:00); bueno, lo de correr, en mi caso, es un decir: antes del km 2 tuve que dejarlo, porque volvió a aparecer el pinchazo en la rodilla; acabé el entreno con los beer-walkers.
Y hoy viernes me he dedicado a familiarizarme, en casa, con las FBR. Tienen su qué.
Y mañana, un nuevo “Saturday light Breakfast” con la tropa dominguera, a probar las FBR en asfalto callejero, pero siguiendo las pautas aconsejadas para la segunda sesión: 4 minutos andando, 2 minutos corriendo, 1 andando, 2 corriendo, 1 andando (hasta cinco veces). Como el otro día, espero pode doblar las cantidades sin tener que arrepentirme luego por ello...

