Quería esperar a mañana, con
tranquilidad, dejar pasar la mala leche… pero no puedo.
Esta mañana, en el cajón nº 3 (el
azul, casi de élite) me he quitado el corta-vientos pocos minutos antes de dar
la salida. Yo no iba a correr la Maratón, pero me hacía ilusión salir -aunque
solo fuera por una vez- en la segunda oleada, tras la élite. Pues todavía no me
había soltado del todo la cremallera, cuando -en menos de 2 segundos de estar semi
a la vista la camiseta- un individuo que tenía enfrente me suelta, en un tono
despectivo, amenazante con el dedo:
- - Aquí no, eh? Aquí no, esta camiseta aquí no…
Me lo miro, mientras con parsimonia me acababa de desprender
de la prenda, y le digo:
- - Perdona ¿qué dices?
- - Que aquí no, que aquí no, esta camiseta aquí no
la queremos…
El tipo, no sé a santo de qué,
hablaba en plural, como erigiéndose en portavoz… de no sé quién. A lo que le
respondo:
- - Perdona pero esta camiseta me la pongo aquí y
donde yo quiera…
Me giro y le doy la espalda, sin
derecho a réplica (para que, aunque no supiera catalán, pudiera entender el
mensaje de mi camiseta estelada reivindicativa.
Minutos después cruzaba, con mi
camiseta, bajo el arco de salida y corría con ella unos 500 metros, hasta la primera rotonda pasado el puente.
Mañana crónica completa en el blog
y fotos… (porque lo de la camiseta no acaba ahí).