04 diciembre 2019

2 SEGUNDOS ( part II )... con fotos y vídeos



¡Qué montaje más brutal tienen estos valencianos para su Maratón!

Aunque creo que sería, literalmente imposible, si no hubiera detrás quien hay detrás, insuflando €€€ a porrillo. Pero el caso es que es unA Maratón (unA, he dicho unA) casi de 10, empezando por donde se empieza y acaba: el impresionante recorrido por esa inmensa y colorida alfombra azul. Este domingo, además, a los que llegamos un poco después que la élite, los muchos y muchos voluntarios que hay nos hicieron un pasillo-embudo en los metros finales, a lo Zegama, a lo Boulevard en Donosti cuando la B/SS, como en las etapas de montaña del Tour de Francia. Si ese recorrido por la alfombra azul ya es espectacular de por sí, con el plus de ayer de los voluntarios ya fue el no va más.
Pero esto es el final, o casi.
Llegué el sábado a la hora prevista a Valencia (12:18) y con JuanCar G.N. nos fuimos directamente a la Feria en taxi. Llegando, me entero de que Zoe, una de “mis chicas” del fin de semana, está en el Hospital de urgencias porque haciendo la Pinito de Oro sobre una barra de hierro que había en el suelo, resbaló y se dio un topetazo con ella en el pómulo (solo escribirlo ya me duele a mi todavía).
Gestioné como pude las muchas trabas de la organización me puso para poder recoger el dorsal, teniendo el DNI de mi amigo como tenía; y esto que -previéndolo- le había dicho que me mandara un mensaje pidiéndome que se lo recogiera.
Al final, lo de Zoe quedó en un fuerte topetazo, sin rotura ni fisura, pero con un desfile de distintas tonalidades de morado, azul oscuro y lila…. que irán desfilando por su mejilla durante un buen puñado de días. La buena noticia la celebramos en La Malvarrosa con una señora paella.


La mañana del domingo empezó temprano. Poco antes de las 7 ya estaba en la zona de salida. Y estando por allí merodeando, después de desayunar en un bar cercano, pude coincidir con Hasna, con Jordi Moreno, con José Antonio Fdez, con Carles Montllor, con Melina, Xavier, Paco y otros Beer&Runners, con Jordi Cassi… y más, muchos más amigos, conocidos y saludados.
 
Llegaron las 08:25 y ya me metí en el cajón del 3, donde sucedió el episodio con el salvapatrias del “…aquí no, esta camiseta aquí no la queremos, aquí no…”.

Y dieron el pistoletazo de salida y yo y mi “esta camiseta aquí no” recorrimos los primeros 500 metros de la Maratón. Fue emocionante vivirla desde dentro.
Salí del recorrido en la primera rotonda y me fui hasta el extremo contrario, al último de los últimos de los cajones de la Maratón, donde estarían Jessica y Alfonso y Zoe (mis JAZ), para arrastrar con su silla a la peque durante los 42,195 km. Y lo hice por el carril del centro, por un pequeño arcén central en la calzada abarrotada de corredores a ambos lados, esperando la salida, su salida (había tres “oleadas”); y, claro, al ir yo en sentido contrario al de tooooodos ellos, me iba cruzando con más amigos, conocidos y saludados…
Con JAZ  hice el recorrido hasta que llegaron casi al arco de salida, y ahí los dejé para que empezaran su gran aventura valenciana.
 Y yo me fui caminando hasta el km. 32 (una caminata de 5,2 km). La rodilla “ronroneaba”, pero no maullaba.
Camino del 32, en uno de los puentes de cambio de margen del río (km 27) vi pasar a la cabeza de carrera (iban por 1:20:54). 
Y ya apostado en el 32 durante más de dos horas y media, vi pasar (…a algunos con mejor cara que a otros, la verdad) a muchos amiguetes:
a David Patan, Xavier Martín Enseñat, Rafa Pérez, Victor Millán-Raul-Carles H (y muchos otros Correcats), Jaume Bajo y su inseparable triple M, Carmen Sorando, Vanessa (que era su cumple), Olga M.Torregrosa, mis Egoístas valencianets, Melina, Xavier y Pako (y otros Beer de toda España), muchos AR… y los que no vi, o no me vieron.









Esperé la llegada del trio JAZ un poco antes del km 32. Jessica iba superando su mal inicio, sufriendo pero tirando… es una gran luchadora. Y Zoe ahí en su carrito, viendo el mundo pasar…
Yo iba, faltaría más, mucho más fresco que ellos dos así que, sin darme apenas cuenta, me alejaba con Zoe, aunque íbamos haciendo la goma porque para algo éramos un equipo.

Yo había decidido, después del incidente en el box de salida, que no podía permitirme que algún que otro energúmeno salvapatrias me montara un pollo, o tuviera con él alguna trifulca de algún tipo yendo con Zoe como iba. Y así se lo dije a Alfonso y, pese a los espectaculares 22-24 grados que caían, volví a correr con el stop-wind de Tribanda encima de mi camiseta estelada reivindicativa y solidaria
La gente nos animaba mucho, y en las muchas de las veces en que, sin quererlo ni darme cuenta me alejaba, y corríamos solos Zoe y yo, la gente se mostraba entusiasmada, y los gritos, aplausos, palabras amables, vítores, incluso “olas” en algún vituallamiento, eran constantes, amables, cariñosos...  Pero, y no es ninguna paranoia, desde el mismo momento en que, asfixiado de calor, me quité el stop-wind y mi camiseta estelada reivindicativa y solidaria salió a la luz, la verdad es que no, no escuché ningún reproche… pero tampoco ni un solo grito de aliento ni de ánimo más. Era como si no pasara nadie; al cabo de poco más de un kilómetro corriendo con este ambiente gélido, volví a la situación inicial porque no era justo para mis tres amigos ese “silencio”, esa situación tensa.
Avanzábamos y avanzábamos… ahora ya de nuevo con gritos de aliento,  como los de antes. Y llegamos al casco antiguo, mucho ambiente en la zona de la Plaza de Toros y hacia adelante…
El 39,
El 40, y Jessica ahí, más que aguantando, y tomando ya el mando único del carro hasta el final: esta era SU maratón, se la había currado mucho. Pensó más de una vez, en carrera, tirar la toalla: pero ella es de las afueras de Bilbao así que, de abandonar, nada de nada.
Y llegamos ya al 41 con el recorrido ya “envallado” hasta el final… Ahí yo ya lo tenía decidido: haría el último 1,195 km con mi camiseta estelada reivindicativa y solidaria ondeando orgullosa sobre esa increíble alfombra azul.
Enfilamos la bajada hacia el tramo final; emociones a flor de piel; nos vamos mirando los cuatro, lágrimas en los ojos de Jessica y porqués en los labios de Zoe; dos tramos más… y hacemos un giro de 90 grados a la izquierda y, sí…
-       “ …mírala, mírala, mírala, mírala, míralá, l'alfombrazulahistá”.
¡Qué espectacular imagen!
Y para acabar de arreglarlo, de acabar de ponerle la guinda, lo que os decía al principio: calculo que más de un centenar de voluntarios nos hicieron (y me refiero a todos los que estabábamos llegando en esos momentos) el escalofriante pasillo-embudo hasta casi la línea de meta (desde hacía un buen rato la amona Luci corría por uno de los márgenes de la carrera echando fotos y dándole un papel al speaker con los nombres, para que pudiera decirnos al cruzar meta, como hizo:
-       y aquí tenemos a Jessica, a Alfonso, a la pequeña Zoe y a Txabi, desde Euskadi y Catalunya
… todo un personaje la amona Luci.
Mi camiseta estelada reivindicativa y solidaria y yo íbamos camino de meta. Obviaré el poner por escrito lo que sucedió en esos últimos 70 metros hasta llegar a meta, porque por muy bien que lo hiciera sé que jamás lograría llegar a describir ni una mínima parte de ese desbordado torrente de emociones.
Después de ser entrevistada Jessica por la tele local, llegamos a la zona de entrega de medallas; y había dejado bien claro “que la mía” era para Zoe. Pero no hizo falta este gesto porque, al ser Zoe  la primera en llegar ahí, se la colgaron del cuello tranquilamente y punto. ¿Qué si yo me llevé “mi medalla” de la Maratón que la simpática voluntaria me iba a colgar del cuello?. Pues no, ya sabéis que no: no era “mi medalla”.

Nunca le agradeceré lo suficiente a mi nire euskal familia handi txiki el haberme dado la oportunidad de poder vivir junto a ellos algo así. Impagable. Eskerrik asko.






Las fotos de entrada a meta... mañana !

¿Y la rodilla?. Pues, la verdad, hasta que no pisé la calle después de duchado y cambiado, camino ya de regreso a la Estación, normal. Pero, a partir de ahí, el dolor ha sido intenso hasta ahora mismo… y me quedan unos cuantos días para volver a calzarme unas zapas. Toca severo pit-stop, toca descanso y seguir con les sesiones de fisioterapia para lograr que esa hinchazón en la rodilla desaparezca, que la ingente cantidad de liquido que se ha acumulado allí desaparezca y que el dolor al bajar o subir escaleras desaparezca…

Pero lo que no desaparecerá es todo lo mucho y bueno vivido este fin de semana en Valencia.