30 octubre 2025

NO, NO HA SIDO HALLOWEEN...

Cualquier tarde de finales de octubre de, pongamos, 1968. Salía del cole y bajaba por la calle Aribau hacia la plaza Universidad. Hacía un fresquito del carajo. No soportaba llevar bufanda, pero el viento, frío, seco, pegaba fuerte y se agradecía. El mismo viento que me hacía llegar desde lejos su aroma tan especial. Y llegaba al final de la calle Aribau y, en la esquina con Pl. Universidad, allí estaba ella, como siempre.

LA CASTAÑERA

Desde que recuerdo, al llegar el frío se instalaba ahí, sentada en su silla de mimbre, la torerita sobre los hombros y un pañuelo anudado en su cabeza, removiendo con una pala en su brasero de carbón y ventilando con un abanico de esparto para mantener viva la brasa para las castañas que lentamente asaba (y que te envolía en un cucurucho de papel de periódico).

Hacía frío... y se agradecía tanto más el llevar el cucurucho calentándote las manos como el comer las castañas.

Hacía frío...

Hoy, 30 de octubre de 2025,  11:00 de la mañana: ¿frío...?. Estoy escribiendo esto en manga corta en la terraza de casa, con el termómetro marcando 22 grados. En el ambiente ni el más mínimo olor a castaña asada... ¿quién va a ir a por un cucurucho de castañas asadas, calientes, a 22 grados de temperatura?.

Todo y con la fuerza avasalladora con que nos llegan y se implantan en nuestros hábitos, en nuestras costumbres, los modismos yankees...

... no, no ha sido Halloween quien ha exterminado a las castañeras: ha sido el cambio climático.  

Aunque, de todos modos, se agradecería el que en algún rincón de estos escaparates repletos de calabazas, telas de araña y demás parafernalia halloweenera, se reservara un generoso espacio para nuestra castañera. No se trata de hacer provincianismo; se trata de mantener viva una tradición yo diría que ancestral.

(la imagen del inicio es de la portada del cuento troquelado "Mariuca la castañera", ilustrado por el gran FERRANDIZ)