CUARTA ETAPA
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ECHANDO EL CIERRE
Hoy he echado el cierre a esta extensión hasta Sa ntisgo desde Finisterre. Y lo he hecho en tres actos sin que estuviera previsto, para nada, el que así fuera.
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ACTO 1:
Después de hartarme de tostadas con mantequilla y mermelada, nueva salida en solitario; y en base a la confusa información recibida sobre por dónde debería salir del pueblo, he decidido jugármela escogiendo el camino asfaltado que creia iba en dirección al monte, porque en eso sí coincidían todos: "tienes que subir y cruzar el monte".
Y así ha sido: sube y sube que te subo.
Decir, antes de seguir, que tienen una bien peculiar bronca los de Santiago con los del Concello de Mazaricos; y es que para éstos, el Camino de Santiago no termina en Santiago, sino en Finisterre- (*). De ahí que, al entrar en el Concello de marras, empiezas a ver indicaciones (flechas) en verde, en lugar de amarillas. Aunque por lo general, el tramo hasta -o desde- Finisterre está bastante mal señalado: muchas flechas en rectas, que desaparecen como por arte de magia en los cruces (sigo funcionando más bien por intuición que "por las ayudas a la navegación". Además, se pintan y repintan las flechas unas sobre otras... como niños.
En uno de esos cruces sin señalar, he optado por la senda errónea, de la que me he vuelto al cabo de unos 700 metros (verbigracia: he hecho 1,4 km que no tocaban). He seguido montaña arriba, abajo... hasta llegar al km 9, en el que había un bar, pero he decidido que no pararía hasta el siguiente... que resulta que estaba a más de 5 km. Megabocata de queso con bacon y decisión de que aquí acababa esta aventura. Pillar un bus hasta Santiago y tan ancho.
ACTO 2:
Este Camino habría sido, con los 14km de hoy, de 325 kilómetros. La preciosa Irene, propietaria del bar París del cruce de carreteras en el que me encontraba (y con unos ojos azules bellísimos también) me ha dicho que la cadencia de paso de los buses era alta, pero que no sabía horarios. Así que, para ir ganado tiempo, no me he detenido ahí, sino que he vuelto a arrancar a caminar bajo el sol del mediodía, con una estrategia bien montada: contaría tres paradas de bus en la carretera y, en ésta, esperaría. Pero he llegado antes de 3 km a la parada número 3, así que he vuelto a cambiar de plan: como me habían dicho que en Negreira había mucha más cadencia de bus hasta Santiago, para allí que me iría. Pero el calor, y una rampa muy elevada por delante coincidiendo con el km 7 de esta segunda tirada y con una parada de bus. Demasiado tentador. Lo dejo, aquí me quedo hasta que venga el bus. Los km se habían modificado hasta 342 km. Y en la parada del bus he estado más de una hora (al final, haciendo auto-stop y todo) y por allí no ha pasado ninguno,ni me he recogido nadie. Así que, nuevo cambio.
ACTO 3:
Sin prisa pero sin pausa he vuelto a arrancar a caminar, esta vez sí, los 8 ultimos kilómetros de este Camino-mixto. (el día al final ha salido, a modo de despedida, de 29 km en 6:11, osea, a ritmo 13:28, que es muy buen ritmo para el último día).
Esta vez, la llegada a Santiago ha vuelto a ser ya más "normal", con sentimiento. El bus me ha dejado a más de un km. de Plaza del Obradoiro y esos más de mil metros los he hecho emocionado, la verdad. Además, no he entrado en la plaza por donde habitual, sino entrando de cara ella, por la escalera lateral.
Empezaba para mí el dilema:
Eran ya poco más de las siete de la tarde; ya no llegaba a la Compostela. He intentado buscar una habitación aunque fuera por tan solo unas horas (el taxi que me llevaría al aeropuerto lo haría a las 03:30) pero supongo que agravado por el hecho de que el lunes próximo es festivo.... Santiago estaba a reventar.
Así que he ido haciendo tiempo dando tumbos por la plaza, por los alrededores, para acabar cenando opíparamente en el Mesón Paredes que ya conocía de desayunos anteriores y donde Edna, la linda colombiana que atiende en las mesas, me ha dejado estar todo el tiempo que quisiera mientras no cerraban. Pasadas las 22:15 me he despedido y he acudido al barullo que de lejos se oía en la plaza: bajo los soportales, la tuna la estaba liando y bien liada.Y allí que me he quedado, esperando que fueran pasando las horas.
He recordado que, cerca, había una hospederia grande, y para allí que me he ido. Hemos negociado el responsable de recepción y yo que era una brutalidad el pagar la habitación por poco más de 4 horas; y me ha dejado quedar en el salón-comedor, donde había mesas (desde donde estoy escribiendo esto) y sofás. En uno de ellos me he adormecido un buen rato...
A las 03:30, como estaba previsto, el taxi me esperaba en la puerta de la hospedería para mi último desplazamiento: el Aeropuerto de Santiago.
Vuelo en hora, sin incidentes... llegada a Barcelona sin recibimiento especial por la hora. Nomal.
Tercera "Concha peregrina" al zurrón.