20 abril 2024

LA GENTE ES BUENA POR NATURALEZA


Una festividad de Sant Jordi muy especial lejos de casa..

Y es que la gente es buena por naturaleza. Estoy plenamente convencido de ello. Es la vida después, las circunstancias, o lo que sea, lo que la puede ir maleando, enfureciendo, amargando (... aunque no necesariamente, claro).

De este episodio, el próximo martes hará un año.

23 de abril de 2023. 
11ª Etapa, penúltima de mi Camino Portugués (por la costa), que me llevaría hasta las puertas de Santiago de Compostela (por segunda vez en solo 287 días).

Me levanté relativamente temprano aquella mañana. Desayuné en el único lugar en el que se podía hacer en domingo y a esas horas en Caldas de Reis, un horno-pastelería-degustación que a las siete y cuarto de la mañana estaba a reventar. 
Desayuné bastante contundentemente, atendido de maravilla por una preciosa muchacha de increíbles y profundos ojos azules (... y asimismo se lo dije a ella).

De nuevo fue una etapa caminada en solitario, y rápida, bajo una lluvia intermitente. Era una etapa corta y supongo que quería llegar cuanto antes.
Al llegar a Padrón, y más temprano que de costumbre, paré a comer en un peculiar establecimiento, al lado mismo del puente de entrada a la población. Mi intención inicial era alargar un poco más la jornada después de comer, porque los 16k caminados "me supieron a poco" y me encontraba bien. Pero resultó que a mitad de trayecto, por la mañana, me había dado cuenta de que me había dejado la gorra amarilla en la pastelería así que, mientras me traían la comida he intentado recordar dónde había estado desayunando, porque ni en coña recordaba su nombre. Lo resolví finalmente vía Google-maps. Sin saber muy bien lo que les iba a decir, llamé. A la voz que contestó a mi llamada le dije:

- Perdona, ¿eres la chica de los preciosos ojos azules?
- No, espera que te pongo con ella.

Cuando ella se puso le pregunté si habían encontrado mi gorra Y me dijo que sí, que la tenía ella. Le dije que yo ya estaba en Padrón y que no podía volver atrás, así que -si le parecía bien- yo le enviaba un Bizum y ella me la enviaba por correo a casa, porque era una gorra muy especial para mí. Pero, ante mi más absoluta sorpresa, me contestó:

- Tranquilo, no te preocupes, yo te la llevo esta tarde, dime dónde estás...

Era domingo. De Padrón a Caldas de Reis, por la autopista, hay 25 km (50 de ir y volver). A pesar de esto, sobre las seis y media Vanesa se presentó en el albergue "La Meiga", llevando consigo mi gorra amarilla. 

No tomamos ni un café, apenas hablamos, salvo para agradecerle una vez más el gesto que había tenido conmigo por una simple gorra de un desconocido... tenía prisa. Y como llegó, se fue.
 
Sencillamente, ¡alucinante!. Una diada de Sant Jordi lejos de casa, con el obsequio de una gorra en lugar de un libro, regalo de una preciosa princesa de ojos azules.