Pues creo que por el final:
Horas después de cruzar meta, sigo “colgado”
de la experiencia de hoy, de mi carrera acompañando a la buena gente de Egoísmo Positivo
(literalmente: “...Egoísmo positivo nace para integrar, a través del running, a
personas discapacitadas en el mundo del deporte. Por un lado, personas
discapacitadas, principalmente en silla de ruedas que no pueden disfrutar de
las carreras populares. Por otro lado, personas sin discapacidad, que prestan
su ayuda empujando las sillas de ruedas en carreras populares que comprenden
desde los 5km hasta los 42km.”).
Los forjadores de este proyecto, Jesús
Oliver y Álex Parreño.
Convocatoria: 08,15 horas “en las
Torres Venecianas”... exactamente el mismo lugar donde se citan casi el 90%
de los corredores de esta cursa. Pero a los Egoístas se les ve de lejos, se les identifica claramente. Al igual que a los muchos “Corresolidaris” que también se han dado
cita ahí mismo; son también una pequeña multitud (…Óscar, Avelino, el Sensei y compañía).
Por el camino, me he ido cruzando con muchos compañeros habituales de
cursas y, como no, con muchos “miércolesdomingueros”.
Ahí estaban, puntuales, Álex, Jesús... y un montonazo de “Egoístas”, los de
las sillas y sus acompañantes. Hoy yo también seré uno de ellos.
Por cierto: ya
os digo ahora mismo que creo que, si Egoísmo positivo tuviera una banda sonora, estoy casi
convencido de que ésta sería ??? (…tendrás
que clicar en los interrogantes para
descubrirla).
Después de fotos y más fotos en la previa, nos dirigimos hacia el arco de
salida. Matizo: delante del arco de
salida. Ahí están también mis Corresolidaris. Y es que ellos y nosotros saldremos 4
minutos antes que “la élite”, de los que abrirán la carrera de hoy (camino al arco
de salida he tenido la oportunidad de cruzarme y poder charlar unos minutos con
Tony Molinos (Proyectopol)
y, por supuesto con Pol, que
también corrían hoy.
¡ 3-2-1 y, siguiendo las instrucciones "del jefe de pista" de todo este muy bien organizado circo, José Luis Blanco ...salimos corriendo !.
Pero antes de esto “he tenido que asignarme una silla”; y es que, normalmente, se reparte el recorrido para cada silla entre 2, 3 ó 4 acompañantes “para ir haciendo relevos de silla” (por
cierto, uno de ellos ha sido hoy el gran marchador olímpico Valentí Masana). Yo me he fijado en un
espabilado y sonriente chavalito (9
añitos) y en el que -por parecido razonable y edad- debía ser
su hermano mayor. Ellos han sido hoy mi Doble D de hoy:
- El pequeño Donovan, en la silla, y Dorian para llevarle hasta meta.
Por ahí, incansable con el móvil, andaba también su padre. Les he
preguntado si ya iba alguien con ellos y no, no había nadie: así que…
- … el equipo Doble D ya estaba formado !!
Con un potente aparato de música transportado en una silla -con la música a todo trapo que no ha
parado de sonar en toda la cursa- hemos arrancado a correr desde la
salida en Avda. María Cristina y hasta el Paral·lel en su cruce con Calabria.
Ahí, y para no provocar un parón-embudo-tapón al grupo de
cabeza de carrera -que, recuerdo, han salido 4 minutos después- nos hemos
detenido para animar a los corredores. Y al cabo de un par de minutos de estar
ahí parados -junto a los Corresolidaris- han ido pasando uno tras otro los
participantes en La Cursa de La Mercè
de hoy. Y nosotros ahí, aplaudiendo, gritando, pitando, animando… y los
corredores correspondiendo. Iban pasando, pasando, pasando…
Hemos esperado al paso de la liebre de 65’
(Rosa
Garrido) y, después de que
hubiera pasado el grupo de la liebre de 70’
(Judith Pla) hemos reanudado nuestra marcha.
Por cierto, minutos antes, ese giro hacia
Calabria ha provocado un pequeño atasco-embudo
en el numeroso grupo de corredores de los
de 55’-60’… y es que el giro no es que sea de 90 grados: es que es de 135 grados
(cuando la carrera va “estirada”, no
demasiado problem; pero “…cuando llega
la marabunta”, llega también el lógico colapso).
Con la música a tope, nuestros gritos, nuestros himnos y los pitos sin dejar de sonar, hemos
girado por la Gran Vía. Y ahí, pasado ya Urgell, he llegado a comprender cómo debió de sentirse el bueno de Moisés al separar las aguas del Mar Rojo.
Veréis.
Hasta ese momento (y hasta poco antes de llegar a Pl. Tetuán) era Dorian
el que tiraba de Donovan y su silla. Y en todo ese tramo, el grueso de corredores era
considerable; “la
Doble D” íbamos abriendo el grupo de Egoísmo positivo porque
Dorian llevaba un ritmo muy vivo. Así que, “para
no atropellar a nadie”, yo iba delante de la silla gritando a los
corredores que, a diferentes ritmos, nos precedían:
-
”Por favor, paso, paso, por favor, que
venimos los de las sillas, no vayamos
a hacer daño a nadie… paso, paso, por favor”.
Y, como os decía, cual Moisés del siglo XXI, el grueso de corredores se iba separando cual aguas del Mar Rojo, abriéndose a lado y lado a nuestro paso. Una pasada visual (gracias por vuestra
colaboración, corredores/as).
Poco antes del kilómetro 4 he relevado a Dorian… y ya no he soltado la silla hasta cruzar el arco de meta (excepto un tramo de Rda. Sant Pere, después de un parón en Arco del Triunfo).
Bajando por Paseo San Juan hemos hecho una “parada técnica de reagrupamiento” y también con el fin de volver a
animar a los corredores “no tan rápidos”
que ya iban detrás nuestro.
Reanudado el recorrido, hemos vuelto a parar, ahora en el avituallamiento de Arco
del Triunfo. Estando ahí detenidos me ha alegrado ver que “el mestre” (Miquel Pucurull),
a su ritmo, venía hacia nosotros (y no hay ningún “retintín” en esto del “a su ritmo”, porque eran muuuuuuuchos los
corredores que llevaba detrás). He podido correr unos metros a su lado y preguntarle por cómo andaba de su recuperación: parece que llegará bien a la Marató. Ha acabado la cursa de hoy en 1:19:08 (¿…dónde hay que firmar?).
He vuelto atrás, donde estaban “avituallando”
los míos, y al cabo de unos minutos hemos reanudado la marcha, encarando el falso llano de Rda. Sant Pere, con el estruendo de la música,
nuestros gritos, nuestros himnos y los aplausos y jaleos del público en las aceras. Y al
llegar a Pl. Universidad (pasado ya el km. 7) hemos hecho una nueva “parada técnica de reagrupamiento”, con
sesión de fotos, baile desenfrenado y
parlamento de Álex.
Por delante ya tan solo nos quedaba el tramo de Sepúlveda, bajar por Viladomat y encarar el
Paral·lel hacia Pl. Espanya para poder visualizar el arco de llegada, de nuevo
en Avda. María Cristina.
Y si en los 7,5 km. anteriores aquello había sido una
fiesta, estos 2,5 últimos han sido ya una especie de frenesí. Música, cantos,
bailes, himnos, gritos, pitos, y con mucha más gente en las aceras en estos últimos
km animando, gritando, aplaudiendo… Era adorable y emocionante -mientras nos aplaudían, hacían fotos, animaban- el descubrir
en las caras del público esa expresión como de reconocimiento a nuestro esfuerzo, como de admiración,
de solidaridad, de “… quins collons, nanos,
endavant!” mientras nos veían a nosotros riendo, corriendo, empujando las sillas, cantando, bailoteando…
Antes de cruzar las Torres Venecianas, última “parada técnica de reagrupamiento” con el fin de poder entrar todos
juntos a meta. Y los chicos/as que -con ayuda- han querido/podido, lo han hecho andando, como el caso de Donovan, ayudado por Dorian.
Los minutos inmediatamente posteriores a cruzar meta, las sensaciones, las vivencias, las
emociones, las miradas, los abrazos… se me hacen muy difíciles de teclear.
Y como no quiero ponerme teatrero, ni sensiblero, ni edulcorado, tan solo os
digo una cosa, y no es poco:
Corred una cursa (… o muchas) con la buena gente de Egoísmo positivo: ya nada
volverá a ser igual para vosotros en esto del correr.
No hay palabras, hay que vivirlo.
(la próxima semana… ¡ oh novedad!
no compito en ninguna cursa).