Porque no hay que olvidar que es él el que tiene el cordel, y que nosotros no somos más que otra más de sus peonzas, haciéndonos girar y dar vueltas a su alrededor.
Ayer empecé el entreno en el jardín cuando todavía era oscuro... pero nosotros, la peonza, seguimo girando alrededor del Sol y poco a poco fuimos viendo su luz.