18 septiembre 2018

EFECTO CRISÁLIDA: LIEBRE POR UN DÍA... AFTER WEDDING




Hoy se ha materializado en mí el efecto “crisálida”, que no ha sido sino el proceso biológico de pasar de  "Runner de a pie"   a   "LIEBRE”.

Pero como en la novela de Mary Shelley, “Frankenstein”, algo imprevisto ha pasado durante el proceso de crisalidización que el resultado final no ha sido el esperado.

El resultado que buscábamos era terminar La Cursa de La Mercè 2018 en un tiempo de

1:10:00 

resultado de llevar un ritmo medio de 7 minutos el kilómetro.

La Cursa era de un recorrido homologado de 10 km aunque a mi, y a todos, no han salido más; en mi caso, 260 metros; y es que, como siempre dice José Luis Blanco:

- Si quieres que te salgan 10.000, corre siempre, todo el rato, por la cuerda...

Mi paso por el kilómetro 5 de hoy ha sido en 33:16 (1:44 más rápido de los 35:00 matemáticos):            

6:01   6:31   6:46    6:29    6:21

Tocaba aflojar el ritmo en la segunda parte, correr más despacio. Pero cuesta, rediez, cuesta “absorber” ese tiempo en 5 km. Pero lo he intentado:

6:58   6:53   6:19   7:08    7:08

Pero no lo suficiente: mi tiempo final   
1:09:30
(...a ritmo medio de 6:57)

30 segundos, sólo 30 segundos más rápido, que parece mucho (o poco, para correr 10 km para los no-corredores) pero que se traducen en… correr 3 segundos más rápido por kilómetro de media. TRES!.
No, a los que no corréis no os pediré que entendáis porqué ha sido un "pequeño desastre" el haber corrido, de media, tres segundos más rápido por kilómetro de lo que me tocaba hacer.

Creo, sinceramente, que al ser hoy la primera vez que ejercía de liebre, tenía miedo de “cagarla” si mantenía el ritmo medio durante todo el recorrido y finalmente -como ha ocurrido- salía más distancia y me pasaba de tiempo, u ocurría algún contratiempo. Y quizá he exagerado algo más de lo debido el ritmo en la primera parte del recorrido, para poder tener “segundos en el zurrón” por si acaso en la segunda parte… 


Y es que, más que una liebre, hay que ser un lince para “cuadrar” los tiempos. 

Si ya sentía una profunda admiración y respeto para las liebres, desde hoy tienen mi total y más sincero reconocimiento a su dura, difícil y complicada labor.

Agradecer a Alfons99 de Corredors.cat el que me haya cedido a mí la única bandera de 70’ que había, renunciado a su papel de liebre hoy (él y yo éramos las liebres de 70’ hoy, pero una de las banderolas no ha aparecido…). 

Y a mi compi de "oriolo-series", María José, (46:27) que ha aparecido de repente, de la nada, al paso por el kilómetro 9, y que me ha acompañado casi hasta la linea de meta.

Y a mis compañeros Tribanda, Natalia y Alberto, que todo y acabar la cursa muuuuucho antes que yo (en unos brutales 38:02 él, y 46:57 ella), me han esperado al paso por el kilómetro 9,5 para correr unos metros conmigo, hacernos unas fotos, un vídeo y echarnos unas risas.

(...aunque, para su desgracia, para la historia quedará la imagen que encabeza esta entrada, en la que parece que se les ve "sufriendo" para poder seguir mi endemoniado ritmo de "a 7 el km" 😂😂😂 ). 



Hoy también se ha corrido (con récord 
del Mundo incluido) la Maratón de Berlín.
Alberto y yo la corrimos juntos en
2010
(bueno, lo de juntos es un decir...).
Fue mi primera Maratón (4:13:09)






















Hablaba yo al principio del "Efecto crisálida"; pero también podríamos hablar de una confirmación de la Teoría de la evolución:  El pasar del 


"Homo-runneris"  al 
        "Homo-bodorriorental" y finalmente, al                                                                        "Homo-liebrens"

Y es que la noche del sábado llegué a casa después de asistir a un bodorrio de aquellos que empiezan a las cinco de la tarde y se acaban casi al alba (aunque yo previamente pacté el poder "retirarme a mis aposentos" pasada la una). 
Pero lo peor estaba por llegar: Marta se quedó al festorro final y regresó a casa con unos amigos a eso de las cuatro. Evidentemente, se llevó llaves de casa para entrar sin tener que despertarme... pero se equivocó de llaves y, cuando llegó y se percató de su error, empezó a llamar a casa desde la portería, a llamarme por teléfono, al fijo, al móvil... pero yo debería estar en la parte más profunda de mi sueño porque ni me enteré. Durmiendo como un lirón. Casi 40 minutos se pasó intentándolo, hasta que -vete a tu saber porqué entonces sí- finalmente sí oí el timbre, me levanté, le abrí la puerta mecánicamente desde el portero electrónico y me metí de nuevo en la cama, sin ser consciente luego del chorreo que me estaba metiendo cuando llegó arriba...