Me encanta que los sueños de mis amigos acaben en un proyecto, y que éste se convierta en realidad. Y si además es el resultado del -inusual- trabajo en equipo de padre con dos de sus hijos, mucho mejor. Y hoy he tenido la gran suerte de probar uno de estos sueños, pero ya en fase de materializado, puesto en la calle (y nunca mejor dicho)