Estaba sentado en el suelo en un parque, jugando con
Mario, cuando veo que una pelota viene botando hacia nosotros. Esta visión ha
despertado en mí "el espíritu de goleador” que permanecía hibernado en mi
interior, el de delantero centro con instinto asesino, como de los de antes,
como el que un día fui.
Me he incorporado, me he colocado
encarado de perfil hacia donde venía botando -alta- la pelota, he ladeado mi
cuerpo e iniciado el movimiento de cadera y de mi pierna derecha para volear, para realizar
“la volea perfecta”. Y acto seguido he notado claramente el impacto de mi pie… ¡contra la pared!.
Porque no, no estaba en el parque
con Mario; estaba en la cama y toda aquella escena no era más que un sueño; toda... excepto la volea -real- que
lo que ha hecho ha sido hacer impactar mi pie contra la pared en lugar de contra esa
pelota imaginaria.
Ni que decir tiene que me he
despertado de golpe (¡ …y nunca mejor dicho!).
Sin embargo, la herida que me he
hecho en uno de los dedos del pie (pequeña, pero dolorosa) no ha sido la
causante de los discretos resultados de las 5
series de 100 en cuesta de hoy.
Ahora sí, en el mundo real, Mario ha sido hoy el
encargado de cantar el:
-
¡ Uno, dos y…. tres !
para dar inicio a cada una de las
series.
Siendo el objetivo hacerlas en 20”,
habrá que seguir apretando los machos (…aunque volver a hacerlas a las 12:30
del mediodía, bajo un sol de justicia y a 30˚ no ha vuelto a ser una idea
precisamente genial).