El ser humano es… no sé lo
que es a veces.
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Aeropuerto
de Lisboa. Sala de embarque nº16. Destino, Barcelona
Por aquello de que ahora vamos casi todos tan solo con maleta de cabina, y
por aquello de que hay más viajeros que sitio para alojar las maletas en la
parte superior de los asientos, los más espabilados esperamos haciendo cola de
pie en lugar de esperar sentados, no sea cosa que -cuando embarquemos- no haya
sitio en el interior del avión y tengamos que dejar en la bodega nuestra maleta
(con la consiguiente demora al llegar a destino). Nosotros éramos los cuartos o
los quintos en esa cola.
Se acerca la hora del embarque y en estas que Manolo -que ha salido a por
agua- nos dice, en voz alta, pero no chillando:
Han cambiado la puerta de embarque; ahora es la
23...
Y no os lo vais a creer: se produce una ESTAMPIDA humana, porque sin comprobar la
veracidad de la afirmación de Manolo (que podía estar de coña) los del final -y
luego la mayoría de la gente que había en la sala 16- salió a toda pastilla
hacia la sala 23, para colocarse esta vez los primeros…
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Aeropuerto
de Lisboa. Sala de embarque nº23. Destino, Barcelona
La situación ha cambiado: los que estaban detrás, sentados o de pie, ahora
están de pie en el primer lugar de la nueva cola que se ha formado. Miran con
una sonrisa floja a los que, no hace mucho, estaban en su lugar en la sala 16,
como diciendo:
¿ Qué, chulitos ? ¿de qué os ha servido estar
tanto rato de pie ?. Miradnos ahora…
Pero, como decía, el ser
humano es… no sé lo que es a veces. Porque no llevábamos ni diez minutos en la sala 23, cuando alguien lee la
pantalla y suelta, en un tono de voz que puede oír perfectamente toda la sala:
¡ Han vuelto a cambiar la puerta de embarque; ahora es la …!
Y, no os lo vais a volver a creer porque -sin comprobar la veracidad de la nueva
afirmación- se produce una nueva ESTAMPIDA humana, y nuevamente los que ahora
estaban al final -y luego la mayoría de la gente que había en la sala 23- salen
a toda pastilla hacia la “nueva sala”. Nosotros, no; nos quedamos en la 23 y avanzamos posiciones.
Y es que, sí, habían vuelto a cambiar la sala de embarque… pero de la del vuelo a Zürich
(creo recordar).
Así pues, habíamos vuelto a la situación inicial. Los que ahora sonreíamos éramos
nosotros, nuevamente en los primeros lugares de la fila, al no haber salido de
la sala con los de la estampida…
Los rumores, el no comprobar la veracidad de los hechos antes de
difundirlos, provocan situaciones kafkianas como ésta. De ahí que, en tiempos
de guerra, se creen (aparte de los “gabinetes de crisis”) los llamados “gabinetes
de rumores”, y que son bi-direccionales: para poder conocer y controlar todo aquello
que se rumorea… pero también para inventar y expandir, en beneficio propio, rumores para minar la moral del enemigo, o para alentar la moral de las fuerzas
propias.
Rumores, estampida, ser humano…. Estupidez.