25 octubre 2016

¡¡¡ ESTAMPIDA...!!!


El ser humano es… no sé lo que es a veces.

-          Aeropuerto de Lisboa. Sala de embarque nº16. Destino, Barcelona

Por aquello de que ahora vamos casi todos tan solo con maleta de cabina, y por aquello de que hay más viajeros que sitio para alojar las maletas en la parte superior de los asientos, los más espabilados esperamos haciendo cola de pie en lugar de esperar sentados, no sea cosa que -cuando embarquemos- no haya sitio en el interior del avión y tengamos que dejar en la bodega nuestra maleta (con la consiguiente demora al llegar a destino). Nosotros éramos los cuartos o los quintos en esa cola.

Se acerca la hora del embarque y en estas que Manolo -que ha salido a por agua- nos dice, en voz alta, pero no chillando:

Han cambiado la puerta de embarque; ahora es la 23...

Y no os lo vais a creer: se produce una ESTAMPIDA humana, porque sin comprobar la veracidad de la afirmación de Manolo (que podía estar de coña) los del final -y luego la mayoría de la gente que había en la sala 16- salió a toda pastilla hacia la sala 23, para colocarse esta vez los primeros…

-          Aeropuerto de Lisboa. Sala de embarque nº23. Destino, Barcelona

La situación ha cambiado: los que estaban detrás, sentados o de pie, ahora están de pie en el primer lugar de la nueva cola que se ha formado. Miran con una sonrisa floja a los que, no hace mucho, estaban en su lugar en la sala 16, como diciendo:

¿ Qué, chulitos ? ¿de qué os ha servido estar tanto rato de pie ?. Miradnos ahora…

Pero, como decía, el ser humano es… no sé lo que es a veces. Porque no llevábamos ni diez minutos en la sala 23, cuando alguien lee la pantalla y suelta, en un tono de voz que puede oír perfectamente toda la sala:

¡ Han vuelto a cambiar la puerta de embarque; ahora es la …!

Y, no os lo vais a volver a creer porque -sin comprobar la veracidad de la nueva afirmación- se produce una nueva ESTAMPIDA humana, y nuevamente los que ahora estaban al final -y luego la mayoría de la gente que había en la sala 23- salen a toda pastilla hacia la “nueva sala”. Nosotros, no; nos quedamos en la 23 y avanzamos posiciones.

Y es que, sí, habían vuelto a cambiar la sala de embarque… pero de la del vuelo a Zürich (creo recordar).

Así pues, habíamos vuelto a la situación inicial. Los que ahora sonreíamos éramos nosotros, nuevamente en los primeros lugares de la fila, al no haber salido de la sala con los de la estampida…

Los rumores, el no comprobar la veracidad de los hechos antes de difundirlos, provocan situaciones kafkianas como ésta. De ahí que, en tiempos de guerra, se creen (aparte de los “gabinetes de crisis”) los llamados “gabinetes de rumores”, y que son bi-direccionales: para poder conocer y controlar todo aquello que se rumorea… pero también para inventar y expandir, en beneficio propio, rumores para minar la moral del enemigo, o para alentar la moral de las fuerzas propias.


Rumores, estampida, ser humano…. Estupidez.